Árboles crecientes.

Una de las imagenes más extrañas que se puede encontrar era la naturaleza, enfrentándose a sí misma contra los muros del edificio que se alzaba con fuerza e imposición. Arqueó una ceja y posó los dedos sobre el cristal, repiqueteado de piedra que mantenía la estructura de los pilares de la entrada. Se separó levemente, y se apoyó en el marco de dicha columna, mirando con interés los límites del pasaje verde en el horizonte.

Se rascó levemente la pequeña barba creciente.

Lanzó una leve mirada hacia los interiores de aquella entrada, descubrió una figura. Una que le resultaba familiar, y que anteriormente le había negado el acceso a la satisfacción de su curiosidad, y que, por desgracia, no llevaba consigo nuevamente aquellos papeles tan llamativos.

- Anda. - Se cruzó de brazos, y lanzó una mirada amistosa. - Tu otra vez por aquí. ¿Qué tal todo? ¿Qué fue de los papeles que llevabas en la mano?

Para evitar que se largase sin darle explicaciones, de una forma sutil se separó de la pared y se puso, parcialmente, en medio del camino, estorbando. Esbozó una sonrisita.

Sin aparentemente ningun gesto reflejado en su rostro fijo la mirada en sus ojos, alzando levemente una ceja y girandose a el para tenerle justamente de frente.

- Los papeles estan en su sitio... ¿Por que sigues tan interesado en ellos? Ya te dije, que no eran de tu incumbencia.

Suspira, dando un par de pasos de lado con intencion de asi apartarlo del medio antes de seguir su paseo, yendo caminando a paso lento hacia la puerta de salida. Tenia claro que no queria volver al trabajo tan pronto, pero tambien sabia que no queria que alguien estuviese tratando de indagar acerca de su trabajo.

Observó que, de una forma muy tranquila, también intentaba apartarlo de enmedio. Era un curioso adversario, y no iba a dejar escapar una oportunidad tan fácil.

- Llámalo curiosidad. Pero podemos dejar el tema, si quieres...

Empezó a dar leves pasos hacia la puerta de salida, en armonía con los pasos que Mihail daba. La sutileza se había perdido, parcialmente, pero por lo menos la salida seguía obstruida.

- Vamos, no seas tan aburrido. Considerando la poca gente que hay aquí, para una vez que puedo hablar con alguien, que no me niegue unos cinco minutos simplones. - Replicó, deteniéndose casi a la salida.

Arqueó una ceja. ¿Por qué tenía que ser tan rudo? ¿No sabe que a un errante trovador no se le puede ignorar así como así?

Se paro en seco para girarse hacia el, suspirando y mirando hacia uno de los lados de la puerta, donde debajo de una de las ventanas se encontraba un pequeño banco de madera donde podrian llegar a entrar tres personas de una mediana complexion.
A paso lento, al igual que en todo momento, se acerco al banco para sentarse de forma elegante, con cuidado de no doblar el kimono, para despues girar el rostro hacia el tipo.

- ¿Y de que quieres hablar? - En cierto modo supuso que podria aprovechar el rato para poder hablar con alguien que no fuera consigo mismo al discutir por los escritos en los pergaminos.

- Si pretendes sonsacarme algo acerca de los pergaminos de la otra vez, puedes ir olvidandolo. - Directo, tajante, antes de que pudiese decir nada.

Bueno, al menos había conseguido detenerle. Progreso pequeño, pero progreso al fin y al cabo.

Se rascó la barbita, levemente, mientras meditaba.

- De acuerdo. - Zarandeó las manos, como pidiendo disculpas. - No preguntaré más por los pergaminos. ¿Contento?

Se apoyó de nuevo contra la pared, visto que no se iba a ir muy lejos esta vez. Miró a la arquitectura, y luego se centró nuevamente en el personajillo.

- ¿Hacemos una apuesta? - Pensó y replicó. - Te propongo un acertijo. Si ganas tú, te llevarás algo especial. Si gano yo, pues... - Iba a decir algo referente a los pergaminos, pero se cayó. - Me cuentas algo de tu vida. - Terminó. - ¿Trato hecho?

- ¿Acertijo? - Alzo una ceja de forma desaprovativa, resoplando levemente y cruzandose de brazos en el sitio, acomodandose.

No tenia ganas ni tiempo de andarse con juegos estupidos, ya bastante hacia quedandose un rato con el como para ademas, tener que aguantar ese tipo de distracciones.

Niega con la cabeza de forma lenta, pausada, repetidas veces; dando asi a entender que estaba en desacuerdo con la propuesta.